martes, febrero 05, 2008

LA GRAN OPORTUNIDAD

El tema de la conveniencia institucional de un sistema bipartidista en la Argentina no es nuevo, pero sí el haber llegado por fin al momento de lograrlo. Los movimientos de Néstor Kirchner en esta dirección para reorganizar el Partido Justicialista han desatado en forma irreversible este proceso, que ya conmociona también al Partido Radical. Lo que queda por definir es la identidad de los dos partidos, siempre necesariamente basada en sus identidades históricas, y el modo correcto de definirlas, es por medio de correctas y democráticas elecciones internas en ambos partidos.

Si no hay democracia y juego limpio en esta etapa refundacional, difícilmente la haya en elecciones generales posteriores donde compitan ambos partidos. Este es el punto de interés para los argentinos, militantes o no, afiliados o independientes: cada uno tiene hoy la responsabilidad personal de exigir que ambos partidos se reorganicen en forma democrática y con la participación de todos. La aparente intención de Néstor Kirchner de ocupar el PJ como parte de su aparato Frente para la Victoria, eliminando a otras líneas internas opositoras, resulta más que inconveniente para este proceso, al cual deslegitimaría así desde su arranque.

La democratización de los dos grandes partidos puede dar una oportunidad también a todos aquellos pequeños partidos que se fueron escindiendo de ellos, nacidos en la impotencia ante la falta de reglas democráticas y rebeldes al imperio de los caprichos personalistas. Con los dos grandes partidos reorganizados, los pequeños partidos tendrían así la opción de mantener su identidad individual, en general de partido regional, asociándose en las elecciones nacionales con alguno de los dos grandes o podrían convertirse en equipos operativos, organizados en fundaciones y ligados a alguna de las líneas internas de esos dos grandes partidos. Se trata de construir un orden institucional con identidades claras que puedan sumarse con libertad de elección. Estamos frente a la gran oportunidad de construir algo más que un mero sistema bipartidista: una sociedad política absolutamente democrática, en la cual el pueblo argentino tenga siempre la opción del cambio y del recambio por los debidos carriles institucionales, además de una opción participativa legítima, abierta y democrática para asegurar la permanente renovación y jerarquización de las dirigencias.

En una comunidad políticamente desorganizada, estamos construyendo organización. Con los ojos bien abiertos, participemos, y no dejemos que desde el Estado un grupo de pícaros use la justicia y las dos instituciones políticas tradicionales del pueblo argentino, el Partido Justicialista y el Partido Radical, en su propio beneficio y no en beneficio de los argentinos, los únicos que con su voto dentro de esas instituciones tienen el derecho a decidir. Ya sabemos lo que dijo el General Perón: “Mi único heredero es el pueblo.” Quería decir que en el país y en las instituciones políticas, el que vota es el pueblo, y no un dirigente con las riendas del Estado.