martes, marzo 02, 2010

LOS BOQUETEROS Y EL PERONISMO FEDERAL

(publicado en Peronismo Libre; http://peronismolibre.blogspot.com)

A estos boqueteros, según la certera definición del humorista NIK, que se están yendo dentro del mayor de los escándalos, poco hay ya que decirles. Son pseudo peronistas que trataron de tener su propia fiesta a costillas de los demás y el resto, fracaso político y parálisis del país, ya se sabe. Siguen, si embargo, ocupando el lugar del peronismo, ante propios y ajenos, y de quien importa ahora hablar es de aquellos que vienen a ocupar el lugar de los que se van, o sea del Peronismo Federal, hasta hace unos meses, peronismo disidente a los modos y proyectos de quienes van a reemplazar. No importa si como gobierno u oposición -- ese lugar lo decidirá el pueblo con su voto--, lo cierto es que Peronismo Federal merece un poco de análisis y reflexión para la corrección de sus fallas. La reaparición de un quejoso ex presidente Menem vino, además de atraer la atención sobre su propia frustración y demanda, a hacer un llamado a una superior definición de esta importante formación política, que por heterogeneidad, debilidad y oportunismo, aún no ha osado definirse como lo que debería ser, la continuidad superadora de los 90.

Si el ex Presidente Menem no hubiera aspirado a su tercera reelección en 1999 y hubiera, más modesta y constitucionalmente, designado un delfín, es muy difícil que el socialdemócrata Duhalde hubiera conseguido la nominación y el consiguiente poder partidario que ostentó hasta llegar por fin a la presidencia en la peor de las circunstancias a comienzos de 2002. Si lo que vale son los proyectos de país, hoy existe una nítida deficiencia en la reformulación pública del proyecto de los 90. Durante aquel memorable año bisagra, 1999, el proyecto de una Argentina moderna, con instituciones estables y una economía capitalista, tuvo que ser asumido, por deserción del peronismo, por un radicalismo asociado con una progresía peronista-radical, más cerca de la modernidad de lo que jamás estuvo después. En los años posteriores a 2001, el peronismo, salvo los núcleos duros del menemismo y del cavallismo, viró hacia una posición entre indefinida y vergonzante cuando no hacia posiciones socialdemócratas que lo uniformizaban con el resto de la oferta política, hasta que llegaron los Kirchner a diferenciarlo con banderas de un aparente socialismo.

La negación frontal cuando no el vacío que muchos dirigentes peronistas han hecho no sólo a Menem sino a Cavallo, y la debilidad para defender el país que se intentó construir en los 90, cuando no la más oportunista de las condenas, no tienen que ver sólo con necesidades de supervivencia política, corriendo hacia el mismo lado que una opinión pública frustrada y sin liderazgo, sino con la pobre comprensión de las reales opciones argentinas y con la dificultad en defender políticas claras y efectivas, aún cuando de partida no tengan buena prensa. El ninguneo a Menem, lamentablemente, se extiende al ninguneo de un proyecto de país. Cuando este proyecto es el único que serviría no sólo para sacar el país adelante ---eso lo puede hacer también la socialdemocracia honesta de Carrió y el radicalismo-- sino para hacerlo crecer al máximo de su potencialidad mediante un incentivo al capitalismo más libre, resulta extraordinariamente grave la debilidad ideológica del Peronismo Federal y de sus aliados. El PRO, por caso, es singularmente laxo en su expresión de modelo, con una oscilación entre elementos socialdemócratas y poco terminantes apelaciones a la libertad económica, además de una tendencia hacia políticas administrativas centralizadas, quizá el más notable paradigma de la vieja política.

Peronismo Federal tiene hoy muchos hombres aspirantes a la presidencia, incluso algunos muy queridos y populares, pero no se ve que dibujen ante la ciudadanía un modelo claro de aquello que van a ejecutar si son elegidos. La ciudadanía, sin embargo, comprende con mucha claridad cuando se le dice “Queremos retomar los 90, hacerlos tal cual y mejor, eliminando los defectos de aquel modelo primerizo.” También entienden esta propuesta aquellos que se le oponen, porque prefieren o un país social demócrata o un país directamente socialista. Para completar la oferta política, es necesario entonces que Peronismo Federal asuma plenamente las posiciones de un peronismo liberal y su propia historia, que es también la de muchos de sus hombres. De no hacerlo, además de perder las próximas elecciones por falta de personalidad, limitarán a la Argentina a sólo dos opciones, la socialdemócrata o el socialismo.

Como la Argentina merece algo más, esperemos dentro de Peronismo Federal el milagro del renacimiento formal de un proyecto que no se avergüence de los años 90, sino que los rescate con valentía, proponiendo su continuidad y discutiendo públicamente su perfeccionamiento. Todo lo que faltó hacer; un país federal, por ejemplo. A la izquierda no le va a gustar, la socialdemocracia va a afilar sus uñas frente a un rival digno de combatir, y el resto de los argentinos, quizá esa elusiva mayoría, suspirará aliviado, porque al fin alguien representa esas ideas que tal vez eran las buenas, a juzgar por lo que siguió cuando a los que vinieron, incluyendo la progresía de la Alianza, se les ocurrió que lo bueno era lo opuesto.