jueves, octubre 06, 2011

LA CLAUDICACIÓN DEL PERONISMO

El deterioro del peronismo, que aún no ha encontrado su nuevo líder de la modernidad democrática, ha sido visible desde los días finales de 2001, cuando buena parte de su dirigencia encabezada por Duhalde aportó al golpe institucional a de la Rua y cuando Rodríguez Sáa anunció en el Congreso y entre aplausos el no pago de la deuda externa. Continuó luego con la designación a dedo, por Duhalde, de Néstor Kirchner y la ocupación del Partido Justicialista por éste sin que la justicia pestañeara. Luego soportamos la consiguiente designación, también a dedo, de la actual presidenta, la cual, cuatro años más tarde, sin haber habilitado internas en el partido –siempre ocupado e inmovilizado de facto— volvió a transformarse en la única candidata, esa que ahora aparentemente los argentinos van a elegir otra vez.

Que el deterioro del peronismo encanta a todos aquellos que no han sido nunca peronistas, incluyendo al kirchnerismo que hoy se desvela haciendo un mausoleo a Kirchner cuando no supo acompañar con respeto los restos del General Perón en su traslado a San Vicente, no es una novedad. Tampoco que el proceso de cooptación y destrozo del PJ pertenece al proceso más vasto de destrucción y desguace de todos los partidos políticos, como si los argentinos no hubiéramos descubierto aún, después de treinta años de democracia, para qué sirven y prefiriéramos que alguien se haga cargo de nuestro destino, en vez de tomarlo en nuestras manos. En un régimen democrático, esas manos son los partidos políticos.

En las elecciones primarias generales del 14 de agosto faltó un dirigente: aquel peronista que se negase a participar en estas falsas internas, en protesta porque se le hubiere negado la posibilidad de participar en una interna en su propio partido, el Justicialista, aún hoy cerrado y en manos del kirchnerismo. Un dirigente que no claudique ante el avasallamiento gubernamental y que llame a organizar la etapa final institucional del peronismo con el más absoluto respeto por la libertad de afiliación y participación popular, necesarias para obtener representantes limpia y democráticamente elegidos.

Que después de las elecciones de Octubre, el kirchnerismo se robe también el legítimo discurso nacional del bipartidismo y lo haga suyo nada significará sin embargo en cuanto a la democracia y apertura del PJ. Las elecciones, si el kirchnerismo las ganase, podrían equivocadamente significar también un título de posesión sobre el PJ, un partido de poderosa tradición y proyección nacional. Sería así, irónicamente, reivindicado ahora por aquellos a quienes Perón designó explícitamente como sus NO HEREDEROS. Bueno es recordar que la expulsión del peronismo se debió a la explícita negativa de aquellos jóvenes a obedecer no sólo a Perón sino a la ley, en una actitud que continúa, hoy como entonces, en contra de los más profundos y verdaderos intereses del pueblo.

Mucho se ha robado en esta Argentina de la democracia, igualando en niveles de delincuencia a la dictadura militar, como si los argentinos, asaltados impunemente por los gobernantes, tuviéramos que elegir siempre entre la bolsa o la vida. En la lista de las muchas cosas robadas, estarán también las próximas elecciones, al no haberse permitido la previa correcta selección de candidatos por sus mandantes, en el igualmente robado PJ, el mayor partido de la Argentina, hoy un fantasma institucional, sin afiliados que elijan ni dirigentes que propongan.

Queda el Partido Radical, el cual, aunque también en un proceso de reorganización todavía disfuncional, puede muy bien servir en esta instancia para marcar y recuperar un principio de orden legítimo en el necesario bipartidismo.

Habiendo una opción, ¿por qué votar a quien usurpa partido y elecciones para apoderarse del Estado y, a través de él, continuar controlando a todos los argentinos?

El himno argentino grita tres veces “¡Libertad!” Esperemos que las urnas canten también.